DETRÁS DE INTERNET
Un día de otoño, una chica de 10 años llamada Inma, estaba jugando con su móvil durante muchas, muchas horas, abusando de él. Tenía menos conversaciones con sus parientes y amigos, pero sobre todo con sus padres. No se quería dar cuenta de ello, estaba perdiendo su amistad con los compañeros o su relación con sus familiares, pero ella lo daba todo por sentado.
Un día en el que estaba jugando en el móvil, en un juego online en el que se conectaban muchos más niños, Inma conoció a un jugador que se llamaba “Izan”. Jugaban muy a menudo a ese juego los dos. Se enganchó mucho más al móvil y a los juegos de lo que estaba antes. Cuando estaba durmiendo, en el colegio o comiendo, pensaba sólo en el juego y en su nuevo “amigo”, a todas horas, con más y más ganas de jugar.
Había bajado mucho las notas, había perdido mucho más su relación con sus amistades y con sus padres, y seguía enganchándose más y más al juego.
Un día, Inma e Izan decidieron verse en un parque, cerca de la casa de Inma.
Mientras se preparaba, su madre la miraba preocupada, ya que la había observado durante muchos días, y como sabía la contraseña del móvil de su hija, pudo enterarse de lo que estaba pasando. Su madre la hizo entrar en razón y la explicó que el tal “Izan”, realmente no se llamaba así, y que se trataba de un adulto. La dijo que, ya que no tenía contacto con las personas más cercanas a ella y que la querían, siendo sus familiares o amigos, y, por tanto, que tenía que dejar de tener contacto con Izan, como con los demás.
Cuando Inma abrió los ojos y se dio cuenta de todo, dejó de estar enganchada al móvil, quedaba mucho más con las amigas y amigos, llamaba y hablaba con la familia, subió las notas y dejó de tener contacto con Izan. Ahora Inma era una niña llena de alegría.