El Ying y el Yang de Internet
Un día estaba hurgando por las redes sociales y vi que mi amiga Marta se unió al chat y empezamos a hablar. Dudé que fuera realmente ella porque, la supuesta Marta, decía cosas disparatadas, así que quedamos en persona en el parque.
Estuve esperando un rato y cuando ya iba a irme, vi a un hombre que se acercaba a mí. ¡No era Marta! Él me cogió de la mano y, aunque intenté que me soltara, no me la soltó. Me metió en una furgoneta y noté en un momento que ésta se paró. El hombre abrió la puerta, pero en ese momento sonó su teléfono, se distrajo y olvidó cerrar la puerta de nuevo, así que me escapé. No sabía dónde estaba, pero recordé que el hombre no me había cogido el móvil y aún le quedaba algo de batería. Busqué la localización de mi casa y conseguí escapar sana y salva.
Una vez estuve tranquila y segura con mis padres, se lo conté todo, llamaron a la policía y le arrestaron. ¡Qué suerte tener internet! Pero cuidado, porque puede haber situaciones peligrosas...