“ EL REGALO DE INTERNET “
Érase una vez, un niño que se llamaba… bueno, su nombre no importa tanto ahora, porque era un niño como otro de tantos que estudiaba 5º de Primaria, en un colegio de España. Era un niño cuya vida era muy tranquila y muy normal. Asistía de lunes a viernes con sus compañeros al colegio, hacía los controles y los deberes de las distintas asignaturas y todas las actividades y trabajos que le mandaban sus profesores. Al igual que muchos otros niños de su edad, a este niño le gustaba salir a jugar, a darle a la bici, salir con sus padres a comer fuera e incluso hacer algún que otro viaje a otra ciudad o a veces, en verano, hasta salir a conocer algún país en el extranjero. A nuestro amigo le gustaba también visitar a sus abuelos que vivían en otro pueblo distinto del que él vivía, y disfrutar, los domingos de la comida que le preparaba su abuela. Transcurría todo de forma muy tranquila, a veces, cuando llegaba el viernes, ya estaba muy cansado de la larga semana de actividades, y sólo quería poder dormir un poquito más, la mañana siguiente del sábado.

Pero, un día, del mes de marzo, de repente todo cambió. Resulta que en las noticias anunciaban que toda la población de su pueblo, de su comunidad, de su país, quedaba confinada…
– ¿Qué es eso? Mamá. (Preguntó, porque no entendía nada). Le dijeron que al día siguiente ya no había colegio, que no se podía salir a la calle, y que había un virus muy peligroso llamado Covid que estaba amenazando a todo el mundo. Fueron días, semanas muy extrañas, raras, a veces de nervios, e incluso algún que otro enfado, porque no veía a nadie. Ahora, no veía a sus compañeros, ni a sus profesores y de un día para otro, la tarea le llegaba a través de un programa informático y se comunicaban todos por correo electrónico. Todo gracias a algo llamado “Internet”. Durante esos meses, el mundo desde su casa sólo se abría al exterior a través de esta red (sus padres, le explicaron cómo funcionaba, y todo, lo que podía hacer con la ayuda de esta herramienta).
Resultó ser de una gran utilidad, aunque algunas veces, el niño se cansaba de mirar tanto tiempo la pantalla. Aprendió a buscar información para sus trabajos del cole, a enviar las tareas y comunicarse con sus profesores, hasta logró pasar muy buenos ratos hablando por whatsapp con sus familiares (sus abuelos, sus tíos yprimos…) Pero el regalo más grande de poder usar internet, el que más feliz y afortunado hizo sentirle, vendría unos meses después.
Una tarde cuando llamaron a casa de sus abuelos, la abuela muy preocupada les dijo que su abuelo había sido ingresado en el hospital debido al Covid, y por lo contagioso de este virus nadie podía ir a visitarlo. Nuestro amigo se sintió muy muy triste, y estaba muy preocupado porque no sabía nada de su abuelo, salvo por las noticias que le daba su mamá. Al cabo de unos días, cuando el abuelo se sintió mejor, llegó la gran sorpresa: una videollamada permitió que el niño por fin, pudiese verlo y hablar con él. A partir de ese momento, este niño llamaba todos los días a la misma hora a su abuelo, e incluso días más tarde, hasta pudo bromear con él y sentirse por fin, aliviado cuando le dieron el alta y pudo volver a su casa. Y colorín, colorado… bueno, esta historia aún no ha acabado, porque seguro que habéis adivinado y que conocéis muy bien al niño del que os hablo. No voy a decir que me gusta estar todo el día frente a un ordenador, no diré que prefiero estar en casa a estar en mi colegio, en mi clase y con mis compañeros. No os diré que no me puse nervioso con tanta tarea “colgada “cada día, tampoco os diré que no eché de menos salir a la calle, al recreo, correr, ir a mis actividades de por la tarde. Aún echo de menos poder vernos todas las caras y abrazar sin miedo a todo el que quiero, pero sí quería, quiero contaros mi historia. Mi historia del año pasado que no fue un cuento, y que gracias a este invento llamado internet, me ayudó a seguir conectado con mis seres queridos y no sentirme tan sólo durante algo que los mayores han llamado: “el confinamiento”.