Los robots de Claudia
Érase una vez una niña llamada Claudia. Ella era inteligente, amable y para ella la tecnología era algo que servía para ayudar a los seres humanos.
Los padres de Claudia querían que su hija fuera a clases extraescolares, pero, ella no quería ir, ya que ninguna le parecía interesante. Un día mientras guardaba los libros en su taquilla encontró un papel que decía ``si quieres ir a robótica y aprender todo sobre tecnología llama al teléfono 174 92 38 52 y estarás apuntado´´ Asique la niña al llegar a su casa les contó a sus padres lo que se había encontrado y que quería apuntarse a robótica. Pero sus padres no le dejaban porque querían que su extraescolar fuera un deporte. Asique Claudia estuvo toda la semana intentando convencerles, pero seguían negándose a apuntarla asique Claudia decidió utilizar su plan b que era apuntarse sin que sus padres se dieran cuenta. Y así lo hizo, llamó a aquel teléfono y se apuntó. Para ir a la extraescolar sin que sus padres se dieran cuenta, Claudia les decía que se iba a estudiar a casa de una amiga y en realidad se iba a robótica. Todo iba genial ¡hasta se hizo profesional!, hacía robots para ayudar a personas con discapacidades y muchas cosas más. Un día decidió trabajar en un proyecto para hacer un robot que leyera los labios y hablara el idioma de los sordos para que los sordomudos no tuvieran que usar su lenguaje. El robot hacía lo siguiente: leía los labios de los sordos mudos y decía en voz alta todo. Además, cuando la otra persona contestaba, el robot se lo traducía al sordomudo a su idioma. El invento fue enviado por todo el mundo para aquellos que lo necesitasen, se hizo tan famoso que los expertos en tecnología decidieron darle el premio MIT.
Aquella gran noticia salió en los periódicos y en las noticias de tal manera que sus padres se enteraron y se enfadaron mucho con Claudia ya que ella les había dicho que se iba a estudiar a casa de una amiga, pero en realidad se iba a robótica, aunque a la vez se sentían orgullosos de lo que había hecho asique decidieron dejarle seguir asistiendo a la extraescolar con la condición de que nunca más les volviera a mentir. Así que se fueron a que le dieran el premio y Claudia se convirtió en la mejor tecnóloga del mundo.